jueves, 20 de marzo de 2014

La evolución de la mujer en los cuentos Disney (COE)

Es un trabajo realizado por varias mujeres que nos dan a conocer su peculiar visión del rol de la mujer a través de las historias de Disney.


El ser humano asocia belleza a bondad y no se puede pedir a Disney que sea la excepción a la regla. Pero la belleza no deja de ser una construcción cultural y, por tanto, la definición de lo bello cambia y depende en parte de los cánones aceptados y transmitidos por los agentes socializadores, entre ellos los medios de comunicación. En lugar de aprovechar su influencia para proponer otros modelos, Disney tampoco ha escapado de las modas: según un estudio de 2004 de la investigadora Celeste Lacroix, del College of Charleston, las últimas heroínas de la Disney tienen más escote, menos ropa y son más sensuales que sus predecesoras.
Es decir, que entre Blancanieves y Pocahontas hay un abismo, y varias capas de ropa se despeñaron por él: pensemos en los hombros y el ombligo al aire de Jasmine (Aladin), la minifalda de Pocahontas o la camisa caída de Esmeralda (El jorobado de Notre Dame).
El modelo también es racista, porque son los personajes de apariencia no caucásica (Jasmine, Pocahontas, Esmeralda) los que presentan atributos más sexualizados, identificando lo sensual con lo exótico y lo prohibido. La tendencia se suavizó tras El jorobado de Notre Dame, tras la desatada explotación sexual de la mujer en la cultura audiovisual de los años ‘90. De hecho, en Tiana y el sapo no hay diferencias de características físicas entre la protagonista de raza negra y su amiga de raza blanca, dado que se asume que ambas son de edades similares. En esta película –un esfuerzo por acercarse a realidades más actuales: mujeres trabajadoras– los personajes de raza blanca son de clase alta y los de raza negra, baja, en algo que podríamos considerar como una representación realista de la época (los años ‘20)... Hasta que llegamos al príncipe, único personaje negro de buena posición económica.
Si resulta chocante porque no estamos acostumbrados a ver a príncipes negros o porque asoma la sospecha de que los matrimonios interraciales sigan siendo un tabú es algo que no podemos precisar. Por supuesto, tampoco aparecen en Disney familias monoparentales (salvo que uno de los miembros del matrimonio haya muerto) ni homosexuales.
“El problema con el modelo cultural imperante es que hay mucha gente que se encuentra bien en él, pero no se da cuenta de que otra mucha gente no lo hace, porque no encaja en el estereotipo. La igualdad no es ser iguales: igualdad es el derecho a poder ser diferente sin sentirse –ni ser– desplazado”, concluye la agente de igualdad Eva Velasco.

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