· La erosión eólica.
Comparado con el agua, el viento resulta un agente erosivo
menos intenso, pero en las regiones secas adquiere una importancia muy
especial. En estas zonas áridas el viento ha formado los desiertos, que
constituyen una superficie muy extensa a lo largo y ancho de la Tierra.
El viento constante forma estructuras tan conocidas como las
dunas, pero también produce otras formas muy particulares y, a veces
espectaculares, en las rocas de las regiones donde actúa con mayor intensidad.
· La acción erosiva del viento.
El viento, por sí mismo, no tiene suficiente fuerza para
producir efectos de meteorización. Lo que sí puede hacer es transportar partículas
que, cuando chocan con el terreno, lo van desgastando. Este tipo de erosión
suele ser lento y, para que se produzca, el territorio debe estar desnudo, ya
que la vegetación disminuye o anula el efecto.
La erosión eólica se produce en zonas áridas, como los
desiertos y la alta montaña. Estos tienen además otra característica imprescindible:
las grandes diferencias de temperaturas. Esto hace que la roca se rompa y la
erosión eólica pueda actuar con mayor eficacia.
La corrosión es la abrasión sufrida por las rocas al ser
friccionadas por los impáctos de las partículas arenosas que son transportadas
por el viento. Cuando estas partículas golpean las rocas sufren a su vez una
transformación, tomando un aspecto redondeado. Cuando el viento pierde fuerza
va depositando los materiales transportados de forma gradual, lo que
habitualmente da lugar a la acumulación de partículas de similar tamaño y peso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.