En las últimas décadas la humanidad se ha concienciado de la
necesidad imperativa de preservar los recursos hídricos, evitando desperdicios
y sobre todo evitando la contaminación de los mismos. Se está muy lejos todavía
de alcanzar un uso racional de estos recursos naturales que si bien son, en
parte, renovables, se corre peligro de que el incremento de su uso y la
contaminación superen la capacidad auto regeneradora de los mismos.
Los recursos hídricos se constituyen en uno de los temas
naturales renovables más importante de la raza humana. Tanto es así que las
recientes investigaciones del Planeta Saturno se dirigen a buscar vestigios de
agua éste y en otros planetas y lunas, como indicador de la posible existencia
de vida en ellos.
DISTRIBUCIÓN DEL AGUA EN LA TIERRA.
· Del total del agua existente en la Tierra, según las
estimaciones actuales, (2009) aproximadamente el 97,5% se encuentran en los
mares y océanos, se trata por lo tanto de agua salada, cuyos usos, sin un
delicado y costoso tratamiento, son limitados.
· El agua dulce disponible es, por lo tanto, de tan solo un
2,3%. De éste 2,5%, el 68,7% se encuentra en los glaciares, principalmente en
los casquetes polares, pero también en las altas cumbres nevadas. Otra parte
importante de las reservas de “ agua dulce”, 30.1%, se encuentra en acuíferos
subterráneos. El 0,8% se encuentra en el permafrost, el restante 0,4% se
encuentra en aguas superficiales y en la atmósfera.
3 FORMAS DE AUMENTAR LA DISPONIBILIDAD DE
AGUA DULCE.
1. Captación de agua
de lluvia.
La captación del agua de lluvia es una práctica que se
conoce y aplica desde hace milenios, en muchas partes del mundo. Actualmente se
utiliza, por ejemplo en Asia, para recargar los acuíferos sobreexplotados.
2. Recarga de acuíferos.
El agua para la recarga de los acuíferos pueden ser de
origen pluvial, almacenando el agua de lluvia en depresiones en suelos con alta
permeabilidad, puede ser de origen superficial, aprovechando el exceso de agua
que se produce durante las avenidas.
3. Embalses.
Los embalses se construyen para almacenar agua en diversos
usos como riego y abastecimiento de agua potable. Además, las presas pueden
proporcionar electricidad y ayudar a controlar las inundaciones, aunque también
pueden tener impáctos sociales y
medioambientales no deseados.